3"- Cuaderno d e "Cartel
- 1 9 3 Ó
ES PROPIEDAD. Queda registra-
do y hecho el depósito que marca
la ley.
Los derechos de reproducción, tra-
ducción, recitación, adaptación al
teatro o al cine — (ya sea mudo o
sonoro) — , impresión en discos de
fonógrafo o atletismo, trasmisión
por radio, diámetro, etc., etc., que-
dan absolutamente reservados para
todos los países, incluso Rusia, An-
dorra y La Parva Domus. — Copy-
right 1930, by Alfredo Mario FE-
RREIRO.
ALFREDO MARIO FERREIRO
SE RUEGA
NO DAR LA MANO
J'i'y
poemas profilácticos a base de imágenes esmeriladas
3er. CUADERNO DE
"CARTEL”
pí !; - M v P R E S O R A URUGUAYA" S. A.
XEUttlTO Y JUNCAL MONTEVIDEO
1930
PRIMERA EDICION DE “SE RUEGA NO DAR
LA MANO", DE ALFREDO MARIO FERREIRO,
COMPUESTA DE MIL — (1.000) — EJEMPLARES.
I L U S T
Retrato d$l autor:
4 Xilografías:
Carátula:
RACIONES:
■ Busto por Antonio Pena. (Foto-
grafía: Carlos W. Aliseris).
•Renée Magariños.
- Dibujo a mano por el propio
Alfredo Mario Ferreiro.
I C E
1 N D
PágB.
Ante todo n
LA ESFERA SIN HORAS
La encomienda negra 17
El grito de las cosas 18
Yo bien sé que no has muerto U) J
CIUDAD
Enfoque 25
Nuevo enfoque o poema del hombre desvanecido 26
Relojes 27
Agradecimiento 29
Poda de árboles C 3 ? '
Usinas : ; . 32
Yo digo lo mío ^33 ¿
La ciudad junto al mar 34
POEMAS DE LA CIUDAD LLOVIDA
I. — Lluvia 36
II. — Asfalto mojado 37
III. — Estrategia 37
PLAZUELA CON 4 BANCOS Y UN S. O. S.
1. er Banco (Siempre lo mismo) 4*
2. ® Banco (Máquinas de sumar) A 2
' 3* m Banco (Ventanillos) 43
> y 4® Banco (Ascensores) 44
Canción* para alcanzar la luna cuando pase 45
Amanecer 47
; Anochecer 49
> i madrugada 50
Redes de la noche 53
Páft.
La taníe ¿ti pensando ...'
Nocturno 1
MAR '' <•< ’T
Visión de océano (ida y vuelta)
Cuatro marineros mascan la niebla
Adioses inclinados yl
Poema de los barcos huidos
Baile de barcos
Tan mareado está el barco —
Caza marítima
,- •> La presa suprema /
La certeza del viaje
Sobre el pecho del agua
Versos para una usina anclada
Bañistas
AVION ICOS
Picoteos de aeródromo
Limpieza del camino aéreo
Poema aviónico del término del raid
Aviador
Canción del aviador de todos los tiempos
Variaciones sobre aterrizajes y otros cansancios . . .
Aviones nocturnos
CANCIONES DE LAS DISTANCIAS VENCIDAS
. Canto <fel ombú para los 4 horizontes
Trenes en la noche
Poema acelerado del automóvil en marcha
El último modelo
Doloras
Ritmo tuyo
Poema hasta el tercer “no”
Nuevo fuego
Remontador de astros
Ni la más lejana estrella
Alza la copa
Noche sin eco
LOS SONETOS SON... ETOS:
El sauce
Ya no hay justas de amor
61
62
63
65
67
70
7 1
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74
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7 »
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&
94
97
99
100
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103
104
105
107
108
109
ni
112
”5
1 16
A
María Celia Martínez Cabriz de Ferreiro Vera ,
mi madre .
(La única mentira tfueseesta haciendo cierta es la de su muerte)
OBRAS DE Dn. ALFREDO MARIO FERREIRO
(Por rigoroso orden cronológico y alfabético).
1927 — “EL HOMBRE QUE SE COMIO UN AU-
TOBUS” (poemas con olor a nafta). AGO-
TADA; verdaderamente agotada.
1930 — “SE RUEGA NO DAR LA MANO” (poe-
mas profilácticos a base de imágenes esmerila-
das). Próxima a agotarse.
Ante todo
J^or suerte , se han acabado los versos. ¡No hay más, señores!
Los poetas de ahora hacen poemas. Persiste , sin embargo, la
tendencia a dejar mucho papel en blanco dentro de los libros de
poemas. Pero , poco a poco , a medida que la civilización artística
nos vaya calando, pasará también esa manía ; como han pasado
el laúd, el juglar y el tren de las i¿ y 2.
Este libro — mi segundo y último libro — sólo pretende de-
mostrar una cosa: que puede haber dos sin tres. •
Además, con él, me coloco en un justo sitio dentro del aman-
zanamiento de la Ciudad del Arte.
En el oído: yo era un hombre feliz. Había comprado a
plazos un terrenito de morondanga en casi las afueras de dicha
ciudad. Mi solar no iba a destacarse para nada del marco de
cercos y tierra que era el montón anónimo de solares rematados
en la última subasta pública de tierras poéticas. (La famosa
subasta del 927).
Lo de famosa le vino por aquella -voz corrida, después del
remate, de que cateando esas tierras podía uno llegar a toparse
con algo que, mejor que el petróleo, los brillantes o el carbón,
convertiría al descubridor en una especie de Júpiter con T orlan-
te y todo.
La perspectiva, así, no era del todo mala.
Después de los sensacionales descubrimientos de estos últi-
mos años, — entre los que debo citar mi pasmante comprobación de
que los tartamudos no son otra cosa que charlatanes tomados
*■
1
1
4
con “ ralentisseur ” — , bien pudiera ser que una escarbadita de
media hora bastase para convertirnos , de 15 a 13 y 30 , en ídolos
mundiales, en poseedores de “record” artístico capaz de knoc-
koutar la gloria de cualquier predecesor por ilustre que sea.
E, (¡eh!) ilusionados con ésto, empezamos la escarbada ...
Pero, de golpe, como la revolución argentina, surgió el pro-
yecto de apertura de la Avenida de los Nuevos. Mi solar empezó
a valorizarse inmensamente. Todo su límite nordeste se convirtió
en inestimable línea de frente a la nueva y promisoria vía de
tránsito .
Mi lindero — ¿te acuerdas, Sigüenza, de mi lindero ? — fue
absorbido por la expropiación. ¡Pobre diablo, se lo tragó el Fisco í
Quedé solo ; plazoleta aislada en medio de la vorágine de
un rumoroso bulevar que, ahora se ha visto, no va a ninguna
parte .
Tuve, de acuerdo con la ley de emergencia, la obligación de
suspender las excavaciones y levantar casa de más de un piso.
Coloco hoy mi segundo piso. He cumplido con la servidum-
bre de altura obligatoria en la Avenida de los Nuevos, y anuncio
que mi solar — con todas las mejoras que contiene — está de
remate.
\
2
1
Pero, después de todo
Yo, querido lector, no quiero molestar con mis poemas .
Puedes darte vuelta desde aquí . Bastante me han hecho padecer
a mí, para que mi perversidad llegue al extremo de pretender
vengarme en la parsimonia inofensiva del comprador de libros
de versos . ¡En estos tiempos!
VISTO: que las excavaciones efectuadas por los nuevos
en el terreno de las recientes tendencias no han dado el resultado
[apetecido;
p . ATENTO : que los excavadores desconfían cutre sí porque
ha corrido la voz de que alguien encontró algo y no quiere mos-
<irar su hallazgo;
CONSIDERANDO: que uno tiene derecho a vivir tr an-
iquilo y a defenderse como pueda;
RESUÉLVESE:
^^^^ us P en d^ las excavaciones.
S 'tar solamente — como avión en pleno vuelo o barco
Ita mar — - 3 saludos a distancia. (Se Ruega No Dar
)pner que el título de este libro sirva para alguna de
finalidades que llaman prácticas. Por ejemplo, para
en las oficinas de recepción de público a fin
de precaverse de la lepra, tan difundida en estos mo-
mentos.
4* — No creer en la crítica que del contenido de esta impor-
tante obra, — la que sigue a este prólogo — ', hagan los
amigos del autor ; y menos aún, en la que puedan hacer
sus enemigos.
Hay un sello.
Dado en Montevideo, a los veintisiete días de octubre del
año de mil novecientos treinta.
(Firmado): FERREIRO.
DE "CARTEL
panorama mensual .de , literatura, arte y polémic
Directores!
JULIO ' SIGÜENZA y ALFREDO MARIO FERREIRI
i . — “CUADERNO DEL OJO SIN SUEÑO”,
por Julio Sigüenza. (Primer cuaderno de
“Cartel”) $ 0.50
2.— “ROMANCE DEL GAUCHO PERDI-
DO”, por Angel Aller. (Segundo cuaderno
de “Cartel”) $ 0.50
3. — “SE RUEGA NO DAR LA MANO”,
poemas profilácticos a base de imágenes es-
meriladas, por Alfredo Mario Ferreiro.
(Tercer cuaderno de “Cartel”) $1.00
SUSCRÍBASE A “CARTEL”
12 números (l afio), $ 1.00 (pagadero adelantado)
Redacción y Administración: San José, 87o. Montevideo
LA ESFERA SIN HORAS
La encomienda negra
K
^^adre :
aquellos hombres no rotularon tu caja.
Ya sabía el destino
qué senderos le estaban deparados.
Y salió de casa la encomienda negra
sin más estampilla
que la de mi dolor sellado para siempr
Erl ¿rito de las cosas
adre :
las cosas me gritan
que tus ojos posaron sobre ellas.
Aquí estuvieron,
aquí estuvieron sus miradas.
Y aquí,
y aquí también.
Y allá.
Madre :
Hay perfume de ojos tuyos
en el reflejo de recuerdos de las cosas.
Y yo las voy bordeando con los ojos,
como limitándolas; impidiendo /
la terrible caída total de tu recuerd\
1
/
Yo bien sé <jue no has muerto
y o bien sé que no has muerto.
No puedes haber muerto.
Estarás escondida,
como a veces, en casa.
Cuando todos veníamos
y no estabas. . .
Entonces, te buscábamos,
y salíamos a la puerta.
Hasta que aparecías.
Madre:
Estoy en el vano
de un recuerde esperando tu vuelt
9
Bruksan visnin j * :
I alia papper, som skola insattas i parmen, bor
med hjálp av hálslaget de dárfór nodiga hálen utstansas.
(Óppn», X. II, 24 )
CIUDAD
2
Enfogue
T ú tienes la larga'cuerda del horizonte.
Entre tus manos está girando mi emoción.
No entres de improviso en mi melancolía. *
Pregunta si se puede.
Asciende con la pereza del humo.
Denuncia mi ventana el paso de las nubes. *
Por el asfalto azul del cielo.
La larga espina de oro del sol se ha clavado en los campos.
Frente a la campana está el silencio dormido.
No necesito bueyes para arar.
Los pájaros se caen de la luz.
El horizonte viejo herniado se faja con cielo.
Todos los hombres han sido lanzados por el arco del destino contra
la muerte.
La lámpara de estrellas sobre mi escritorio de infinito.
Se lava el mar con jabón espumoso de olas.
Para que las estrellas no se queden en las azoteas, el cielo, se recoge
la falda al pasar por sobre los rascacielos.
Sufre un violento looping mi rectitud.
En el banquillo de los ajusticiados está sentada mi esperanz
►
5
2
Nuevo enfoque o poema del Komi
dervanecido
re
T odos Jos tranvías corren en un sentido.
Todos los desmayos son horizontales.
Hay una inquietud jugando a las esquinitas con los poetas de
vanguardia.
El frío me acaricia las carnes con sus manos y me golpea en la nariz
para que lo atienda.
Quiere metérseme dentro porque es casi seguro que el frío tiene frío.
Yo no sé en qué consiste la ruta, ni si mi compás de marcha está
corregido.
Espero la llegada de los pájaros plateados de la noche para decidir
el viaje.
Ya despegó la aurora.
El aeródromo de la madrugada larga aviones de brumas para
escoltarla.
O para darle alcance.
Las dudas cuajan en el aire.
Las ideas ahorcadas, madurándose al sol, tocan con los pies la frente
de los hombres.
Con la cuerda de luz que tengo entremanos remonto el sol.
Levanto rascacielos de futuro.
Veo panoramas por ventanas que aún no he abierto.
Vivo de ilusiones como las mujeres. . V "H
Y suelo ser el hombre desvanecido de la hor/\
6
Relojes
^^elojes en lo alto de las columnas delgadas,
como si al fierro viejo le hubiese salido
luminosa ampolla.
Relojes de pared:
pinturas cambiantes.
Faz del Tiempo
asomada a todos los aposentos.
Relojes en la tibia muñeca
de las mujeres.
Relojes tictacteando
en los bolsillos
rellenos de polvillo
de los burgueses que están dormitando
en la punta de banco del pasillo.
Relojes en las calles desiertas,
pegando alaridos de horas
que nadie oye.
Corriendo tras el^tiempo.
2
Relojes sobre el abarrotamiento
de los coches que no saben dónde van a pasar la noche.
Los relojes
son hélices que giran
a impulsos del ventarrón del tiemp
8
2
Agradecimiento
radas, ciudad, porque nos los devuelves!
Gracias, ciudad, porque nos los cuidaste.
Siendo muy de mañana
te los llevaste
de casa,
para tenerlos todo el día
mezclados con tu furia,
engranados al revuelto andar
de tu vital porfía.
Y cuando desesperábamos
de verlos regresar,
en una de ésas,
siendo ya tardecita,
nos los trajiste, ciudad.
Aquí están en la mesa.
Es hora de cenar.
Un poco sonrientes al sentirse cansados.
La hermana, el padre, los hermanos
han vuelto de tí, ciudad.
¡ Gracias, mil veces gracias,
por no haber saciado en ellos tu voracida
9
f
Poda de árboles
¡Q
fué grotesco aquel hombre,
disfrazado de pájaro!
Pero a mí no me engaña.
Lo vi esta mañana
al salir de casa,
trepado en las ramas
de los arbolitos
de mi calle. Estaba
poda que te poda.
Serrucho y tijeras.
¡Pobrecitas ramas!
Caían derrumbadas,
y el sol las velaba
con su amarillenta
luz de candelabro.
Por la tarde estaban
desnudos los árboles.
¡Y con este frío!
Desnudos, desnudos.
Cuatro palitroques, apenas, .
tenían por ramas;
como dedos largos de una mano alzada
que pide socorro.
Y los pobrecitos,
para entretenerse,
para no estar tan solos,
se habían puesto
a jugar a la murra unos con los otro
Usinas
En la alta noche,
junto al negro callejón de extramuros,
con suspiros de luces rojas,
y tremendos sobresaltos de émbolos,
duermen su agitado sueño las usinas.
¡Qué soñarán a veces!
¡Qué mundo estarán viendo!
Manotones de émbolos,
suspiros de reflejos,
revuelos de volantes,
sudor de vapores.
Asi pasa la pesadilla por la usina.
La chimenea,
árbol con hojas de humo,
conserva angustioso equilibrio
mientras alberga el sueño de la fábric
Yo digo lo mío
y o digo lo mío
y poco se me importa
que otros<digan lo de ellos.
Así piensa el letrero luminoso
que asoma allá arriba en la cornisa.
Frente a la gritería semafórica
de los otros letreros,
firme, el letrero chico,
pregona su convicción lumínica.
Y no hay letrerazo
capaz de acallarlo.
/
(Este es el credo más profundo
que yo he visto en el mund
La ciudad junto al mar
La ciudad junto al mar,
llamando a los navios;
viéndolos recostar
en la chaisse-longue de piedra
de sus puertos;
cabeceando esas dudas
que siempre traen los barcos.
La ciudad junto al mar
es un prodigio más.
Con sus edificios como rocas,
y sus acantilados de fábricas,
aventanados,
ahumados,
y las arenas de los reflejos,
que vuelan en la luz
y pican en los ojos marineros.,
la ciudad es una isla
que le ha brotado al mar
en un costado.
La ciudad,
con Jas calderas de sus fábricas encendidas,
bogando hacia un destino incierto,
por un mar de siglos encrespados,
guiándose por faros de fracasos,
es un enorme barco
haciendo singladuras de dolo
Poemas de la ciudad llovida
i
LLUVIA
L a ciudad se ha encogido bajo la lluvia.
Apenas si, a lo lejos,
allá, junto a los murallones,
un barco envía una columnita de humo,
que es la única ofensa hacia arriba,
contra la lluvia.
La ciudad hubiese querido
disparar.
Guarecerse
debajo de aquel toldo
de nubes de allá lejos.
No ha podido.
Y, calándose de agua hasta los huesos
de cemento,
soporta, resignada, la humorada del tiemp
3
ii
\
ASFALTO MOJADO
^Jn espejo borroso tirado entre las casas.
Puñaladas de luces.
Largas huellas de autos.
Dan ganas de salir con un secante
y dejar para siempre imborrable
la imagen invertida de las cosas
que están en el baúl transparente del asfalt
III
ESTRATEGIA
P ara que pase un largo regimiento de lluvia
se cierra el horizonte con un telón de nube
7
PLAZUELA CON 4 BANCOS
Y UN APREMIANTE S. O. S.
l. er Banco
SIEMPRE LO MISMO
iempre lo mismo!
Un día despertaré muerto.
Habré dejado el alma de mis versos
colgada en el perchero
de la entrada.
Y me saldré sin ella.
Y andaré por la calle
como un hombre.
¡Y sin alma!
Este poner un mismo númer
en las rayas de siempre.
Este sumar renglones,
este “muy señor mío”,
este final horrible:
“saludo a Vd. atte.”
¡Siempre lo mismo!
Un día despertaré muerto.
Colgada en el perchero
de la entrada,
habré dejado el alma de mis verso
4
2.° Banco
MÁQUINAS DE SUMAR
Las máquinas de sumar
toman tabaco de números.
Lo pican,
lo mascan,
lo ponen sobre la hojilla larga
del carretel perezoso;
y se hacen un tremendo cigarro,
encendido a ratos
por la chispa roja
de las sumas totales.
Cenizas de sumitas parciales;
y humo de intereses
para todos los clientes del Bañe
2
3. er Banco
VENTANILLOS
El público
no precisa argamasa
para convertirse en pared.
Delante del “guichet”
es un nervioso muro
del que salen las manos
de los emparedados vivos.
Unas manos con muecas,
prestidigitando dinero escabullid
o
4
y 4.° Banco
ASCENSORES
ienen subiendo,
como gimnastas;
manoteando las cuerdas;
palmeando los pestillos.
Traen la gente de abajo,
Jos que recién entran
al turbión de negocios.
Todos vienen gorgeando
cálculos
dentro de la jaul
4
Canción para alcanzar la luna
cuando pase
Ei n el borde del horizonte más alto,
trabajando con los pies en la rotación de la tierra,
casi en puntillas,
con las frentes aplastadas contra el cielo,
helados de espacio,
esquivando estrellas con movimientos de trigal,
estaremos aguardando el paso de la luna.
Así estaremos todos,
para atraparte de una vez,
cuando pases,
— sombra blanca del cielo negro.
Te nos irás de las manos.
Nos dejarás agua escurridiza de luz lechosa
entre los dedos;
y no podremos alcanzarte,
cafiaspirina para la congestión de astros
que hay en la cabeza del cielo,
atragantada en la. boca insaciable de los horizontes
que se están comiendo las estrellas.
Todos estaremos esperándote,
como a tren retrasado.
4
Habrá sombras de cabezas humanas
contra el éter del otro lado del espacio.
Arañaremos los cielos,
en la espera impaciente,
con nuestros dedos alzados y rígidos.
Y te alcanzaremos.
¡Bah, si te alcanzaremos!,
Luna vieja de viajes,
por un carril de sol,
vagón iluminado
por usina distante.
Te alcanzaremos,
faro petrificado,
y te pondremos en el pedestal más alto
de la Plaza Roja,
para que te puedan ver, bien de cerca,
los astrónomos, los poetas de antes y los enamorados cursi
6
Amanecer
o sé por qué esta nube me afina más el alba;
ni por qué aquel balido me disipa los cielos.
Vibro en el cacareo del gallo que martilla en las luces
de la clara herrería toda llena de negro.
Pausadamente un carro desacongoja al eje
con la esperanza en línea de una pronta llegada.
Y corrí jen su plana de cosquillas las luces
caída de la estrella que marchó rezagada.
Trabajador del alba, camina el día a pasos
pausados por la línea del casco de los cielos.
Manchado, el campo corre a su encuentro.
Efusión de llegada.
(Con humo de fábricas, sobre alargados tubos,
van haciéndose las manos
que han de saludar a los primeros avione
Anochecer
Los árboles maneados ya no pueden moverse
La sombra los amarra para enfundarlos luego
en el azul espeso del negro que ven todos.
Empiezan a encenderse las luces.
'La ciudad, en cuclillas, bajo los faroles
espera, con paciencia de gato, al sol.
Las luces hacen vela: cernidores luminosos
para colar obscuridad.
El cielo se desgaja en colores tranquilos.
Sólo en lo hondo, a ras del suelo, el negro
se revuelve y se afelpa.
La ciudad está desierta. Desde los extramuros
se ve como las luces se apiñan en el centro
y toman por asalto las torres, para leer los aviso
*
5
La madrugada
Yaba empezado la noche
a sacar filo al día
en la piedra sin fin del horizonte.
Son las primeras luces
como faros de auto coronando repechos;
como cruces de sendas aéreas,
como largas caricias rabiosas
contra la impasibilidad ténue del cielo.
Amaneciendo días
han pasado los años.
■A cada nueva aurora
surge un nuevo llamado.
Por los picos de los gallos se derraman las luces;
con el humo se expande la alegría de adentro;
y en la espalda que viaja hacia el trabajo,
bulle,
la luz primera en choque despertador y amargo.
En el campo las sombras empiezan a moverse.
Todas estaban quietas en su caja de noche.
Han salido a pasearse para estorbar al día.
La madrugada viene, como los frutos,
en botones trancados por un sello de vida.
De repente, se abre y riega con semillas
de luminosidad los campos,
llega hasta las ciudades,
o
5
sube a los rascacielos,
apuñala las calles,
golpea los postigos
en nombre de la ley del desperezo,
saca a pasear los carros mañaneros
que alegran las calles de los 'mercados.
Y sube, ya de vuelta, hecha trenza de ruidos ciudadanos,
a tironear del sol
que se resbala en el rocío.
Las veletas ignoran donde quedará el viento.
Hay un ritmo de brisas que anda jugando a ciegas.
Tiemblan de frío las enredaderas.
Y un aletear de píos
sobre las arboledas.
La madrugada viene con un paso seguro,
remontando caminos empedrados de cielo.
■ ; . A veces se detiene
para sacarse lunares de nubes,
r Trae aplausos de alas
sobre lomos de pájaro.
. Trae el ruido confuso de un despertar unánime.
Ya ha terminado el baile de los astros nocturnos.
Con su dedo largo, la luz hace cosquillas
en la piel azulada de una enorme laguna.
|P^;Así viene la aurora
fe 5 : a sorprender al hombre.
noche se defiende con murallas de astros,
agas de colores bombardean su cerco.
1
Obscuridad imprecisa;
ámbar a manos llenas;
un vagido;
chisporroteo de ruedas que se alejan;
un canto atravesando la dulzura del vaho mañanero.
Los molinos se ponen a girar,
enfrentando decididos al viento.
Sacan agua, contentos
al ahogar la tristeza gris del tanque.
Como gorriones, bajo un montón de colores
a sacar lustre a las piedras
y a picotear los vidrios
todavía dormidos.
Los hombres se ponen a mirar en los cielos
la señal de los tiempos;
del hilo reventado de la luna
tan solo queda un poco colgado de una nube.
Todo es color.
El campo se ha partido en pedazos.
Las ciudades agitan sus brazos luminosos
en el borde lejano de los horizontes.
Ya hay derecha e izquierda.
Ya hay arriba y abajo.
Por el horizonte despeñada,
a toda disparada, TI
va la noche fugad^A
5
Redes de la noche
j^edes de la noche,
tendidas en el horizonte,
apenas sostenidas
sobre un mar de sombras,
por flotadores
de estrellas.
Redes de la noche.
Con las dos cuerdas de luz
de la aurora,
ha de sacarlas del agua
la madrugada.
Y en ellas,
envuelto, vivo, luminoso,
el pez grande del sol
se volcará
sobre ia playa del di
3
La tarde está pensando
L a tarde está pensando
con la cabeza de los árboles.
De vez en cuando, aleja
un mal presentimiento.
Entonces, se produce
un rebullir de pájaros
y un aletear de hojas.
La tarde está pensando.
Sobre su falda, abandonada,
la labor de los campos.
No ha acabado el zurcido
de las tierras rasgadas.
Acurrucada, junto al occidente,
buscando el calorcito de un sol que está muriendo,
piensa y piensa la tarde
en ¡vaya a saber uno qué cosas!
Agilmente, — mosca de plata — ,
se le trepa una estrella.
Poco a poco el tiovivo lentísimo del cielo
mueve sus silloncitos de acero.
Con muletas de árbol trata de irse la tard
3
Nocturno
En el lecho del río
el cielo se ha tendido.
Hay arrullos de agua
y abanicos de hierbas.
Para que la corriente no lo lleve
el cielo, prevenido,
se clava con estrellas
en el fondo del río.
El cielo se ha dormido
bajo la fresca, rápida y silente
correntada del río.
Sale la luna a verlo
y, al mirarle,
cae, por curiosa, dentro de las aguas.
Y es un beso vestido
de blanco
sobre el cielo domido/
Luz de estrella en las aguas.
Luz de luna en el río.
6
En el lecho del río
el cielo está dormido.
Hay arrullos de agua
y abanicos de hierbas.
Para que la corriente no lo lleve
en la arena se clava con estrella
MARÍTIMOS
o
Visión de océano
(IDA Y VUELTA)
Cielo y mar
Cielo y mar —UN BARCO SOLITARIO
Cielo y mar .
Cielo y mar
Cielo y mar —EL HORIZONTE EN TORNO
Cielo y mar
Cielo y mar
Cieio y mar —BRUSCO RUMOR DE OLAS
Cielo y mar
Cielo y mar
UN BARCO SOLITARIO —Cielo y mar
Cielo y mar
Cielo y mar
EL HORIZONTE EN TORNO —Cielo y mar
Cielo y mar
Cielo y mar
BRUSCO RUMOR DE OLAS —Cielo y mar
Cielo y mar
1
6
Cuatro marineros mascan la niebla
P e los fosos del cielo,
caídos en la estrella de un farol,
cuatro marineros,
— cuatro tremendos marineros —
cuatro marineros
cortan tajadas de niebla con los hombros,
y la mascan con las mandíbulas del paso acelerado.
Van a embarcarse.
Las mujeres han cercado de niebla
las escalerillas de los embarcaderos.
¡Que no se vayan los marineros de la ciudad!
La niebla — sirena de tierra y de mar —
quiere engañar,
a los que van a navegar.
Cuatro marineros, apurados,
van mascando la niebla
con las mandíbulas de unos pasos desmesurado
2
6
Adioses inclinados
No gotean más adioses-monedas
porque las planchadas están tendidas
y a los adioses les gusta resbalar
jugando al tobogán.
Las cabezas inclinadas (“La Voz del Amo”)
saludan al llegar.
Los viajeros son estorbo para las gasas
que tienen ganas de volar.
Y los barcos, cachorros de leones,
con muchas ganas de dormitar.
Los puertos tienen tibieza en las aguas,
y tibieza en el aire, grata de respirar;
los puertos son como plazuelas en las aguas
donde los barcos se allegan para conversar.
Para decirse esas cosas que hay que decirse
tras mucho tiempo de caminar.
o
Mi alma va a los puertos,
novedosa gaviota,
planea sobre las naves
pidiendo para ellas la clemencia del mar.
Ya no caen más adioses del árbol del navio.
Los más maduros
con las oscilaciones, se acaban de derrumba
Poema de los barcos buidos
^obre cabellera de aguas,
encanecida,
barcos huidos,
en pos de mi alegría.
No la alcanzaréis nunca,
salada jauría,
de rúbrica de humo.
Yo voy con mi alegría,
que es la muchacha
que sonríe con rojos,
como los amaneceres.
Yo voy con mi alegría,
bajo cielos interminables,
barcos empeñados en cazarnos.
Y no nos hallaréis nunca.
En medio de los mares de la esperanza,
hay grutas de reposo
para las almas paralelas.
6
Y próximos al refugio,
nos hemos asomado los dos
— yo y la muchacha
de ojos de luz —
a mirar vuestra desaforada
marcha,
bajo un palio de humo,
sobre la cabellera encanecida en olas del ma
6
Baile de barcos
E n I a pista de baile
de los mares elásticos,
entre paredes azules,
— con ventanas de nubes — ,
danzan,
danzan los barcos
' c.Q.n zapatos de olas.
Danzaí( imprevista, loca,
al compás de los vientos
que sacuden al barco por los palos.
¡Ah, las barcazas con sus trajes de cola de espuma!
Zarandeo de barcos
en la pista verdosa del océano;
bajo la lámpara del sol,
que alumbra aunque sea de día,
colgada del cielo por sus propias luces.
Y por las noches,
cuando brillan curiosos los ojos de los faros,
se encuentran las parejas marítimas
y bailan,
bajo el chispeante comentario de las estrellas,
; acodadas en el avant-scéne del horizonte.
6
Yo los he visto, locos de danza,
salir, ya invitados, de los puertos;
con el pasaje acunado en las cuchetas,
bailando y bailando,
bailando y bailando,
con su carga en brazos.
i Ah, los barcos que festejan con danzas
el horrible trabajo de arrastrarse por las aguas!
(Orquesta de temporal:
con enérgica batuta de relámpagos,
compás de truenos,
redoble de palillos de lluvia,
largos comentarios en el cobre del viento)
¡Baile de barcos!
A veces, suave vals,
a veces, infatigable charleston,
pegajoso black-bottom,
terrible fox-trot,
delicado tango.
Sobre alfombras de agua,
con zapatos de olas,
al compás de la loca orquesta del tiempo,
¡baile de barcos!
¡baile de barcos!
por las rutas abiertas de los mares.
De los mares que van a todas parte
8
Tan mareado está el barco
T an mareado está el barco
que, para no caerse,
sostién ese en la borda de los cielos.
Y se clava con mástiles
— absurda mariposa —
en la nube más densa.
Y con dientes de hélice
se aferra
en las aguas revueltas.
Tan mareado está el barco
que avanza dando tumbos.
Con los mástiles
— brazos alzados en imploración al cielo —
llama en su auxilio al viento,
que está jugando ai trompo con las olas
en el patio azul del horizont
Caza marítima
El viento va silbándole
a su enorme jauría de barcos
sobre la estepa elástica del mar.
No se vé la presa
porque se ha escurrido
por la rendija del horizonte .
Unas huellas blancas
delatan la fuga.
¡Los silbidos del viento
se enredan, alocados, en los mástiles!
Instinto de lebreles
hay en todas las proas;
y oído bien despierto
en todas las antenas.
Caza en todo sentido
de una invisible pieza.
Hasta que la acorralan
en la pétrea manguera de los puertos.
/
Entonces, queda quieta la nerviosa jauría del viento. -•
¡Ya la han atrapado 1
(Alegría de orejas y de colas,
moviéndose como bandera», para avisar al vient
2
La presa suprema
El horizonte nuevo de mi pasión desnuda
te ha circundado toda.
Y como estrella recién nacida
sonríes en medio de este cielo horizontal.
Poco a poco se estrecha el cerco
de la redonda línea de mi ambición por tí.
Me arrastro hacia a tí
achicando el cielo de afuera
y agrandando con más cielo
el luminoso cielo de mi alma tuya.
Cuando sea nada más que un redondel apenas
en torno a tu figura,
entonces mi corazón
saltará como un tigre rojo
y huirá con la dulce presa
ante el asombro de los cielos
agrandados de golpe,
por sobre la línea de acero de la felicidad perfect
7
La certeza del viaje
\ / ieja nave de las tristezas .mías:
te dejo.
Me espera el mástil nuevo
de alegrías rubias.
El que enhebró auroras
y, sin saberlo, se quedó con ellas.
Me espera el nuevo barco,
con faroles como ojos de ella
y proa como mi voluntad de quererla.
Vieja nave de mis tristezas:
te dejo.
Yo sabía que íbamos a encontrar un puerto.
Te abandono con lástima;
había llegado a encariñarme contigo.
i Cuántas veces trepé a la cofa
de una esperancita de nada!
Tus cabeceos eran señales
para la inutilidad de mis miradas.
4
7
Pero un buen día. . .
Te dejo,
vieja nave de las tristezas mías.
Y parto en el’ alado crucero
del amor perdurable.
Tengo la certeza del viaje.
¿No ves la brújula?
En el horizonte hay dos ojos
casi a ras de agua
que la ponen tensa y brillante
sobre el único Norte de mi vida.
i Hacia ellos!
Ruido de agua partida."
Rastro de espumas.
Te dejo el banderín de mi duda,
vieja nave cargada de tristez
5
Sobre el pecho del agua
obre el pecho del agua
se ha dormido una barca.
Junto al embarcadero,
a la sombra
de un largo transatlántico.
El agua sube y baja,
como si respirase.
En maternal regazo,
se ha dormido la barca.
Vieja, descascarada,
sin velas y sin remos,
al sentirse acunada
sueña que — otra vez niña — ,
Versos para una usina anclada
sina : estamos mano a mano.
Los dos tenemos idéntico destino
y una apariencia de alcanzadores.
Pero — ¡ bien lo sabes ! — , no alcanzaremos nada ;
y nos volveremos ruinas
en el mismo sitio donde siempre estuvimos.
Usina: yo te compadezco; ♦
y tu me compadecerás, sin duda.
Tienes toda la apariencia de un barco:
fíjate bien: la forma alargada,
los ventanillos múltiples,
las grandes terrazas,
la cercanía perenne del mar,
el olor a brea,
la confusión de los cables,
el chirriar de las máquinas,
los fogoneros tiznados,
el ulular de los pitos,
el repentino cantar de las sirenas,
la premura de los camiones
en los grandes patios de los desembarcaderos,
las chimeneas altivas,
el humo constante
peinado a tirones con gomina de viento.
¡Toda la apariencia de un barco!
Y eres ¡a penas! una usina.
Junto a la orilla del mar dilatado
que tiene horizontes iguales
por los tres costados de su semi-círculo,
estás echando humo siempre,
como si fueses a irte,
usina, anclada con cimientos de piedra.
¡ Pobre -usina !
Yo también tengo apariencia de otra cosa.
Y vivo junto al mar
que no navegaré nunca.
Nunca navegaremos, usina maniatada
por mi mismo destín
8
Bañistas
N
áufragos de un navio
no he visto.
Vienen chorreando agua
y chorreando alegría.
Un mameluco enorme
se ha estirado en el cielo.
Ya vienen los bañistas,
salpicando colores.
Náufragos alegres
de un terrible naufragio
que habrá ocurrido anoche
en la mitad del rí
0
AVIÓNICOS
8
Picoteos de aeródromos
P icoteos de aeródromos;
vamos a moler un poco de sol, hélices.
Exhausto el cacharro de la nafta,
dentro de la jaula de aceros hay sed suelta.
¿Dónde beberá tanta sed el avión exhausto?
Vamos a picotear en los aeródromos.
A buscar sustento
dos veces sustentador,
— ¡oh, avión — ,
que eres la cometa con hilo de miradas,
para remendar el cielo con parches de progres
3
8
Limpieza del camino aéteo
L*~ del camino a ír eo.
¿Quién barre este camino?
¿Quién limpia el polvo de luz
que se asentó sobre la carretera azul?
¿Dónde, en qué nido de qué árbol
hace nido el avión?
¿Para qué ese trabajo
— i oh, pájaro metálico! — : ,
de llevar y traer agobiadora carga?
Necesito pichones de avión,
piar de aviones,
ensayos de vuelos,
en torno del árbol de la aurora,
ramas de estrellas,
frutos: sol y luna
caídos sobre la raíz horizontal del horizont
E
4
8
Poema aviónico del término de raid
j^terrizo con demasiada fuerza.
Hay premura en los hangares.
Olor a nafta de caricia quemada.
Y, en seguida, silenciador de besos.
i Ah, la dinámica áspera
de quererte en mecánica!
Maquinita rubia,
con tantos kilómetros de acción
dentro del territorio de la Ternura.
Viajo sólo.
“Aguila solitaria ,,
sobre el mar de tus sentimientos.
Deseos de acuatizar. . .
i pero estas ruedas!. . .
La imantación de tus deseos
vuelca los timones de profundidad.
Vuelo tan bajo
que necesito más las ruedas
que las alas.
5
Tanto tiempo estuve en el aire,
rondándote.
He abatido todos los “récords” conocidos.
Tú y yo poseemos el trofeo absoluto
del vuelo en atmósfera de amor,
entre tempestades de malentendidos,
y reabasteciendo la esperanza
en plena marcha.
Ha llegado el momento del aterrizaje.
Tengo la cara salpicada de deseos.
Aterrizo con demasiada fuerza.
Hay premura en los hangares.
Olor a nafta quemada de caricias.
Y silenciador de besos con hélices de ademane
o
Aviador
P rototipo del hombre.
;
En la aurora de la Muerte
he visto tus caídas
hacia el otro lado.
De un golpe de timón
ahuyentaste los perros callados
del Más Allá.
Prototipo del hombre.
Olor a civilización
encontré dentro de las válvulas
de tu motor.
Moledor de sol
con el molino
vertiginoso
de la hélice,
para hacer pan de luz.
Abanicador del cielo.
Horador del aire.
Asombro de los pájaros.
8
Envidia de los árboles
que tienden, por las dudas,
sus ramas.
««•
Moledor de sol,
punching-ball de los vientos,
azotador de nubes,
alisador de miedos.
Tu cabeza, aviador,
es el punto necesario
para la i latina de tu avió
9
Canción del aviador de todos los tiempos
La guadaña del aire
quería cortarle el hilo
de suspensión
a mi avión.
Lo balanceaba
para adormecerlo
y, así, dormido,
tirarlo por el abismo
sin paredes del cielo.
Mis manos
eran paracaídas
inconscientes,
aferradas al bastón de comando.
Vi danzar
la alfombra de casitas
junto a los ventanillos;
y vi el horizonte
subir como brazada de nadador
hasta mis ojos de mica.
9
Enfilado y tranquilo,
chisporroteando motor,
escribiendo audacia
con la tinta del humo,
iba en procura
de una rotura
en la envoltura
del “Zeppelin” del ciel
Variaciones sobre aterrizajes
y otros cansancios
(Poma de casi amor)
P uñalada en el tiempo,
ya no parará nunca.
De arriba a abajo hemos
vencido todas las luces.
Refilón de ternura,
sobre muralla tersa
de nuevas claridades.
Enristraré mi alma, geométrica y aguda,
para tirarle al cielo
trece flechas seguidas.
Superstición del número,
destrozada en estrellas.
Y te veré ascendiendo,
como avión con premura,
hacia la nueva senda que te marqué con ojos.
9
Dueña mía, no importa
que la mañana sea
más larga que la tarde.
Ya la noche aterrizará cansada,
como un perro dolido,
junto a los mur aliones
de nuestra quieta espera.
Y terminado el día,
la jornada inmedible,
seremos como nuevos,
en amor renacidos.
Tú, siempre como has sido,
yo, siempre como he sid
3
9
4
Aviones nocturnos
]j\. vienes de la noche,
altísimos puntos brillantes,
que, en serena escuadrilla,
buscáis para aterrizar
la delgada pista
del aeródromo de Occidente.
Avioncitos de plata,
a la distancia,
siempre de Este a Oeste,
bajo la noche ancha,
alcancía de luces, siempre de Este a Oest
E
4
CANCIONES DE LAS DISTANCIAS
VENCIDAS
9
Canto del ombú para los 4 horizontes
caminos;
4 anchos de campo
y, en el centro, un ombú.
A los costados:
4 paredones de cielo,
de noche, con estrellas colgadas,
de día : pintados a la luz.
Y yo aquí, debajo de esta sombra
circular y afelpada,
que es como estar debajo de otro cielo
lleno de estrellas verdes.
En torno del ombú van girando los cielos.
Es otro sol para los astros;
y es el sol de la pampa,
donde no hay más que su rastro.
*
7
9
Yo aquí, debajo de la sombra de siempre,
siempre en la misma mancha %
del árbol que ha madurado guitarras
para tirarlas
a las manos de los gauchos.
Guitarras, únicos frutos,
al pie de los ombúes,
mostrando la pulpa de los cantos.
He caminado hasta la cicatriz del horizonte;
• \
hasta donde el sol se respalda con cielo;
hasta la marca del zarpazo de la tierra
en la piel luminosa del espacio;
hasta donde el sol se queda entreparado,
como sorprendido de nuevo por la grandeza de América.
Ombú para los gauchos,
y para los caballos,
y para la más insignificante de las hormigas.
Ombú para todos.
Subcielo de la tierra.
Que el cielo es un ombú muy grande,
rumoroso de estrellas, anidado por astros
y chisperios de aceros,
torbellinos baguales de fogones
por la pampa de par en par del espaci
8
Trenes en la noche
T renes desatados contra la noche,
furiosos en la obscuridad,
como si quisieran treparse
por los hilos telegráficos.
Corridas locas,
por sobre terraplenes infinitos,
por sobre puentes fantásticos,
dentro de túneles fétidos.
Trenes que se han escapado,
raptando los viajeros,
y van como locos
a entregárselos a quien sabe qué gigantesco monstruo.
Trenes, furiosos contra el muro
de la obscuridad,
largando dentelladas de vapor,
miradas de fuego.
Van y vienen, olfateando,
rastreando.
Van y vienen
en interminable vaivé
Poema acelerado
del automóvil en marcha
Serenata melodiosa del motor;
grato arrullo de mecánica;
fuerza libre ;
freno suelto;
indeciso, el humo tenue del escape
va quedando por la senda
como aliento de la marcha.
Carretera interminable.
Campo verde.
Largas manchas.
Ruido. Luces.
Por debajo de las ruedas
va pasando el film blanco del camino.
Serenata melodiosa del motor
trabajando como un joven corazón.
Fuerza noble;
fuerza dócil;
fuerza hermana del progreso.
Por encima del capot
patina el viento;
y $u contento
nqs aplaude en los dos ojos.
El empuje poderoso
que nos lleva hacia adelante
va Obrando de impaciencia entre mis manos.
El volante
se contagia de las ansias del motor;
como a veces al cerebro lo enloquece el corazón.
Siempre atentos los dos ojos.
Por debajo va el camino recorriendo, luminoso,
una alada marcha atrás;
y a los lados todo vibra;
todo se convierte en manchas;
todo gira;
todo pasa;
todo viene a ver qué ocurre
y, en seguida,
como huyendo de nosotros,
asustado va el paisaje
por los gritos del motor.
Mi automóvil es tropero
de los éxtasis del campo;
con los dos ojos clavados,
fijos en el radiador,
atravieso en mi automóvil
la vida toda color.
Ruge el empeño del coche
por alcanzar el motor.
Voy cabalgando ía mole de un enorme corazó
E,1 último modelo
E es el último modelo,
lo más nuevo,
lo más reciente.
Lo que de ninguna parte vino,
porque ya estabas en todos lados
desde que el mundo se hizo.
La última palabra;
lo recién inventado.
Más que los cuatro frenos simultáneos;
más que las cuatro velocidades;
más que la tracción delantera;
más que la supresión de la caja de velocidades.
Más que todo éso.
Eres lo reciente,
y lo eterno,
lo hecho con la experiencia de . la experiencia,
y el tesón de lo ardientemente amado.
Eres toda la mecánica humana
dando vida a un espíritu.
Alumbras hacia afuera por los ojos,
y suenas toda tu poesía
en el engranaje de tus palabras,
aceitadas con “ternura”, el Rey de los Aceite
Doloras
Si una hinchazón cualquiera,
por pequeña que sea,
duele tanto
i cómo debe dolerlq.al automóvil
la hinchazón del pneumático!
Por éso anda con tiento
por las calles de cuña,
como quien lleva callos.
• Qué dolores terribles debe darle
la hinchazón del pneumátic
0!
Ritmo tuyo
nunca falle el ritmo de tus luces,
respiración para mis ojos,
que ahuecan en tu sentido.
Tienes destellos de luz
como los arenales imponentes.
Tengo que cruzarte toda
para ir a tenderme a la sombra de tu promesa.
Tu promesa hace guardia ante tus ojos, .
como un centinela desconfiado
ante la ganzúa pronta de los míos.
Tienes luces rítmicas:
por ellas respiran mis ojos
el viaje de tus horas, y la danza de tus pestaña
1
u
Poema hasta el tercer «no»
j^mbición de distancia:
destino de Jas proas.
Y llegar.
Al final de toda llegada hay un puerto.
Horizontes sesgados de escolleras.
Se van trozos míos
en cada barco.
Y no ha vuelto ninguno.
Vi pasar una esperanza
impresa en un velaje.
A distancia.
NO
Encenderé una luz.
Ahora es muy fácil encender las luces.
Y llegará una época en que todo estará dispuesto-
para apretar botones únicamente.
Iluminaré el mundo.
Nadie se asombrará.
Haré trepar los ascensores
— que se dan de hocicos en cada piso —
haré temblar los motores horas y horas,
ventilaré el mundo con las hélices de todos mis aviones,
5
1
haré asomar la luz
— doncella de este siglo —
a Jas ventanas de todos los rascacielos,
para que mire, con sus pupilas de filamento,
la tristeza de los pavimentos
alisados por la furia de cauchó
de los bisontes mecánicos.
NO
Atraparé mi esperanza,
que ayer se me fugó con una duda,
su vieja compañera.
La atraparé con policía de ensueño.
— i No hay asilo para los ensueños mendigos! —
(¡Y qué reuma andan arrastrando los pobres!).
Ya no hay calefacción central
en el alma de los hombres.
Todo, como las luces, para afuera.
Adentro, sótanos de casa desalquilada.
La esperanza, como una res desangrada,
pasó colgada en un velamen.
A distancia.
nO
0
6
o
Nuevo fuego
IA rrímale otro fuego !
Del que aún no se ha visto,
tú, guardián de la nueva chispa
de los espacios.
¡Pégale fuego al astro
para que corra loco
de terror
por el cielo!
Para que deje el rastro
nivelador del fuego.
¡Arrímale otro fuego,
tú, el de la nueva antorcha!
Nuevo fuego en la vida,
falta estabas haciendo.
Del fuego que los ojos
humanos aún no han visto,
se encenderán los cielos.
¡Arrímale otro fuego,
tú, que tienes la antorcha de lo nuev
7
Remontador de astro/
j^emontador de soles,
¡ tú, el de la larga cuerda !
Remontador de estrellas
sobre el telón del cielo.
Tira, viento, tu cuerda
que va abollando el hombro
de tu marcha,
i Tira, viento ! ■
Remontador de astros,
tramoyista del cielo,
alzador de los astros rotativos
y locos de dar vueltas
con todas las miserias a cuestas.
Tú, lanzador al éter
de los trompos luminosos
del espacio.
Tú tiraste con furia
de la cuerda arrollada
en la cintura de los ecuadores;
y pusiste el furor de la danza
en las luces del cielo.
Remontador de estrellas:
¡tú, el de la larga cuerda!
Remontador de astros sobre el telón del ciel
t
o
Ni la más lejana estrella
i la más lejana estrella
escapará a mi verso.
La alcanzaré con lazo
de ocho vueltas líricas.
Y, prisionera mía,
lejanísima estrella,
te acercaré a impulsos
de mi tirón certero.
Sombra de mi caballo,
sombra de mi sombrero,
sombra del fino lazo,
en mitad del espacio.
Enlazando la tropa ágil
del cielo inmenso.
Sobre pampas azules
he de tropear estrellas.
Voltearé las más lindas
por gusto de voltearlas.
9
Con lazo de ocho vueltas
iré a cazar los astros .
Con mi instinto charrúa,
juvenil y perverso. . .
Ni la más lejana estrella
escapará a mi vers
1
1
Alza la copa
ios:
dueño de la copa del éter
burbujeante de astros.
Alzala en el banquete
de todos los espacios
y bébela de un sorbo.
Dios:
dueño de la copa
cosquilleante dq astros;*
de la azulada copa del espacio.
Levántala en tu mano,
cortada de vías lácteas,
donde arde la vida
creadora de mundos.
Y brinda largamente
frente a todo el espacio
que asiste — helado de espanto —
a este banquete de astro
S
i
Noche sin eco
Las arañas plateadas de los cielos
tejen telas de luz mientras la noche
cierra a ío ancho el paso de los días.
He de verte de nuevo aunque todo se oponga.
Gritaré la verdad por los altoparlantes
gangosos de la duda.
(Y otra vez tir trineo de voces
sonándome al oído).
Resplandor de tus voces
horizonte cerrado
ojos que van al tacto
purque ya no yen nada.
Tejen luz en ios cielos,
sobre paño de noche, mis arañas plateada
LOS SONETOS SON...ETOS
El sauce
P etrás de casa pone su audaz melancolía
un sauce centenario, viejo amigo del viento.
Por las noches se queja con ahogado lamento
que, de guapo, contiene durante todo el día.
Su amigo viene a darle pasajera alegría
con golpes repetidos, como de sentimiento,
que el sauce le agradece con fino movimiento
de educación discreta, de amable * cortesía.
Por las tardes el sauce se queda pensativo
mientras en torno suyo va creciendo el rumor
de los nidos calientes. Y luego, sin motivo,
para darle una broma de dudoso valor,
con pájaros le tiran a este sauce votivo
los árboles alegres que están alrededo
a no hay justas de amor.
Para MARÍA D ELI A JEWKES,
tjae es la dueña de todos los poemas de este libro.
a no hay justas de amor para probarte
hasta dónde — por tí — llega mi andanza;
pero sé agradecerte esta privanza
con más dulce tesón al adorarte.
Te quiero, por milagro, de tal arte
que, por mucho que busque tu esperanza
en procura de alguna semejanza,
no podrás mi cariño imaginarte.
Loco de tí, por tí tan solo vivo.
Cuanto no es tuyo, por instinto esquivo.
Y superando gozos de quererte,
altas, bien altas, torres de futuro
voy levantando con amor tan puro,
que he derrotado, sin querer, la muert
Colofonerías
LA «IMPRESORA URUGUAYA»,
S. A. — CERRITO ESQUINA JUN-
CAL, MONTEVIDEO—, ME IMPRI-
MIO ESTE LIBRO. — HUBO DOS
CONATOS DE MOTIN ENTRE LOS
TIPOGRAFOS CEÑIDOS A SU
TRADICION. — SOFOCAMOS LA
REVUELTA Y PUDIMOS DAR
CIMA A LA OBRA. — PARA LA
HISTORIA DIGO QUE ESO OCU-
RRIO EL LUNES VEINTISIETE
DE OCTUBRE DE MIL NOVE-
CIENTOS TREINTA, A LAS NUE-
VE HORAS Y MINUTOS.
A
m
f
ediciones de:
C
A
R
T
E
L
PANORAMA MENSUAL
de literatura, arte y polémica
DIRLCTORESt.
JULIO SIGÜENZA
ALFREDO MARIO FEKREIRO
Redacción y Administración
SAN JOSÉ, 870
MONTEVIDEO
T7 R U G U A Y